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La deuda es para el hombre lo que la serpiente es para el pájaro; su ojo fascina, su aliento envenena, su espiral aplasta tendones y huesos, su mandíbula es la tumba despiadada.
La deuda es para el hombre lo que la serpiente es para el pájaro; su ojo fascina, su aliento envenena, su espiral aplasta tendones y huesos, su mandíbula es la tumba despiadada.