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Escucha, oh Dios. ¡Ay del pecado del hombre! Así dice el hombre, y Tú te compadeces de él, pues Tú lo hiciste, pero el pecado está en él, Tú no lo hiciste. ¿Quién me recuerda los pecados de mi infancia? Porque a Tus ojos nadie está libre de pecado, ni siquiera el niño cuya vida no es más que un día sobre la tierra.