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  • Escucha, oh Dios. ¡Ay del pecado del hombre! Así dice el hombre, y Tú te compadeces de él, pues Tú lo hiciste, pero el pecado está en él, Tú no lo hiciste. ¿Quién me recuerda los pecados de mi infancia? Porque a Tus ojos nadie está libre de pecado, ni siquiera el niño cuya vida no es más que un día sobre la tierra.

    Saint Augustine, Bishop of Hippo, Saint Augustine of Hippo (2006). “The Confessions of Saint Augustine”, p.10, 1st World Publishing