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Como civilizar a los niños lleva casi dos décadas -unos veinte años de pensar, educar, enseñar, persuadir, recompensar, perdonar, advertir, castigar, compadecer, disculpar, recordar y repetir sin parar, por no hablar de decidir qué hacer cuándo-, ahora entiendo que a un paso en falso le siguen invariablemente cientos de oportunidades de volver a equivocarse.