Los británicos tienen su propia concepción de lo que constituye el típico americano. Debe tener el sabor del Salvaje Oeste. Debe hacer cosas espectaculares. No debe ser puntilloso con la dignidad, el decoro y otros refinamientos característicos del auténtico caballero británico. El yanqui retratado por el británico debe ser bullicioso. Si de vez en cuando es flagrantemente indiscreto en su forma de hablar y de actuar, entonces es mucho más seguro que sea el artículo genuino. El americano más típico que los británicos han visto jamás era, a su juicio, Theodore Roosevelt.