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  • Cuanto más me muevo entre los trabajadores y las fábricas y otras plantas, más me convenzo de que es aconsejable tener como presidente [de una empresa] a un hombre práctico, preferiblemente uno que haya ascendido desde lo más bajo de la escala. He comprobado que los trabajadores respetan mucho más a esos hombres que a los ejecutivos de cuello y corbata que saben poco o nada sobre los diferentes tipos de trabajo que tienen que realizar los trabajadores. Siempre que las circunstancias exijan colocar a un financiero, a un abogado o a un hijo de papá a la cabeza de una gran organización, se le debe nombrar presidente u otro título, pero no presidente.