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  • ¡Libros! Depositarios escogidos de los pensamientos, las opiniones y las aspiraciones de poderosos intelectos; como espejos maravillosos que han captado y fijado brillantes imágenes de almas que han fallecido; como liras mágicas, cuyos maestros las han legado al mundo, y que todavía, por sí mismas, resuenan con música olvidada, mientras que las manos que tocaron sus cuerdas se han convertido en polvo. Los libros son la encarnación y la manifestación de las mentes difuntas, los órganos vivos a través de los cuales los muertos nos hablan.