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La razón y la emoción se aconsejan y complementan mutuamente. Quien atiende sólo a una y deja de lado a la otra, se priva imprudentemente de una parte de la ayuda que se nos concede para regular nuestra conducta.
La razón y la emoción se aconsejan y complementan mutuamente. Quien atiende sólo a una y deja de lado a la otra, se priva imprudentemente de una parte de la ayuda que se nos concede para regular nuestra conducta.