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  • La historia de los descubrimientos científicos tiene su propia unidad épica -una unidad de propósito y esfuerzo-, la antorcha única que pasa de mano en mano a través de los siglos; y los grandes momentos de la ciencia en los que, tras un largo trabajo, los pioneros ven cómo los hechos acumulados caen en un orden significativo -a veces en forma de una ley que revoluciona todo el mundo del pensamiento- tienen un intenso interés humano y pertenecen esencialmente a la imaginación creadora de la poesía.

    Alfred Noyes (1926). “Watchers of the Sky”, p.2, Library of Alexandria