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Así vamos, sin saber lo que tocamos y lo que nos toca mientras hablamos. Soltamos una noticia común: "El señor Fulano ha muerto, la señorita Mengano se ha casado, tal barco ha zarpado", y he aquí que, a nuestra derecha o a nuestra izquierda, algún corazón se ha hundido silenciosamente bajo la noticia, se ha hundido en el gran océano del Destino, sin que ni siquiera una burbuja se levante para contar su ahogado dolor. Y esto -¡que Dios nos ayude! - es lo que llamamos vivir.