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Afrontar la adversidad es como prepararse para una operación. Al poner nuestra fe en lo que ha dicho el médico, creemos que estaremos mejor si nos operamos. Pero no por ello será menos dolorosa. Al someternos a la mano de un cirujano, estamos diciendo que nuestro objetivo final es la salud, aun a costa del dolor. La adversidad es igual. Es un medio para alcanzar un fin. Es la herramienta de Dios para el progreso de nuestra vida espiritual.