-
Amar al público, estudiar el bien universal y promover el interés de todo el mundo, en la medida de nuestras posibilidades, es el colmo de la bondad y constituye ese temperamento que llamamos divino.
Amar al público, estudiar el bien universal y promover el interés de todo el mundo, en la medida de nuestras posibilidades, es el colmo de la bondad y constituye ese temperamento que llamamos divino.