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¡Cuán lejos van los hombres por el material de sus casas! Los habitantes de las ciudades más civilizadas, en todas las épocas, envían a los bosques lejanos y primitivos, más allá de los límites de su civilización, donde moran el alce, el oso y el salvaje, sus tablas de pino para el uso ordinario. Y, por otra parte, el salvaje pronto recibe de las ciudades puntas de flecha de hierro, hachas y pistolas, con las que apuntar su salvajismo.