Pero como el tesoro de valor incalculable se esconde con demasiada frecuencia en el fondo del pozo, se necesita cierto valor para zambullirse en su busca, sobre todo porque quien lo haga probablemente incurrirá en más desprecio y oblación por el lodo y el agua en los que se ha aventurado a sumergirse, que agradecimiento por la joya que consiga; del mismo modo que quien emprende la limpieza del apartamento de un soltero descuidado se expondrá a más insultos por el polvo que levante que a elogios por la limpieza que efectúe.