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Las almas que han vivido en la virtud son en general felices, y cuando están separadas de la parte irracional de su naturaleza, y limpias de toda materia, tienen comunión con los dioses y se unen a ellos en el gobierno del mundo entero. Sin embargo, incluso si nada de esta felicidad cayera en su suerte, la virtud misma, y la alegría y la gloria de la virtud, y la vida que no está sujeta a ninguna pena ni a ningún amo son suficientes para hacer felices a aquellos que se han propuesto vivir de acuerdo con la virtud y lo han logrado.