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El amor debe hacer la alegría, pero nuestra benevolencia es infeliz. Nuestras escuelas dominicales, iglesias y sociedades para indigentes son yugos al cuello. Nos afligimos para no complacer a nadie.
El amor debe hacer la alegría, pero nuestra benevolencia es infeliz. Nuestras escuelas dominicales, iglesias y sociedades para indigentes son yugos al cuello. Nos afligimos para no complacer a nadie.