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A un perro no le importa si eres rico o pobre, grande o pequeño, joven o viejo. No le importa si no eres inteligente, ni popular, ni un buen contador de chistes, ni el mejor atleta, ni la persona más guapa. Para tu perro, eres el mejor, el más inteligente, el ser humano más simpático que jamás haya nacido. Eres su amigo y su protector.