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Todo temor al lenguaje "ofensivo" es burgués y reaccionario. Históricamente, el lenguaje profano o subido de tono era habitual tanto en las clases altas como en las bajas, que convivían en las zonas rurales en medio de los hechos desordenados de la naturaleza. Las nociones de corrección y decoro pasan a primer plano en los periodos urbanizados gobernados por una clase media en expansión, obsesionada con la limpieza, la respetabilidad y el conformismo.