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Sin infringir la libertad de la que tanto alardeamos, ¿no podríamos pedir a nuestro alcalde profesional que hiciera un llamamiento a los fumadores, les hiciera registrar sus nombres en cada distrito, y luego designara ciertas vías de la ciudad para su uso, para que aquellos que no sienten la necesidad de esta envoltura de vapor rizado, para asegurar la protección puedan ser aliviados de una molestia tan repugnante para los olfatos como perjudicial para los pulmones?