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Y los meteorólogos no tienen nada que contar a la gente de Philo, que sabe perfectamente que la verdadera historia es que al oeste, entre nosotros y las Rocosas, no hay básicamente nada alto, y que extraños céfiros y agitaciones se unieron a brisas y ráfagas y térmicas y corrientes descendentes y lo que sea sobre Nebraska y Kansas y se movieron como arroyos en ríos y chorros en y frentes militares que se reunieron como avalanchas y rugieron en sentido inverso por senderos de bueyes pioneros, hacia nuestros propios culos personales sin abrigo.