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  • No tenía muy claros los detalles, pero conocía el esquema básico. Sabía cómo quería ser, sólo era cuestión de ser quien quería ser. Tenía el plan perfectamente claro en mi cabeza. No iba a llegar a los treinta sin la triple corona en la mano: un novio serio, una carrera y grandes amigos... Era hora de aceptar que tal vez, sólo tal vez, no tenía que tenerlo todo resuelto para cuando cumpliera los treinta. A lo mejor podía dedicarme a mí misma y ver qué más cosas encajaban en su sitio.