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Mis convicciones religiosas y mis puntos de vista científicos no pueden definirse más específicamente que como los de un creyente en la revolución creativa. Deseo que ningún monumento público u obra de arte o inscripción o sermón o servicio ritual que me conmemore sugiera que acepté los principios peculiares de cualquier iglesia o denominación establecida, ni tome la forma de una cruz o cualquier otro instrumento de tortura o símbolo de sacrificio de sangre.