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La música clásica dista mucho de ser aburrida: tiene toda la sangre, la energía, el lado oscuro siniestro, el ritmo que tiene la música rock, y toda la sensualidad refinada y sutil que se pueda pedir
La música clásica dista mucho de ser aburrida: tiene toda la sangre, la energía, el lado oscuro siniestro, el ritmo que tiene la música rock, y toda la sensualidad refinada y sutil que se pueda pedir