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  • Qué alegría saber dónde está uno, y dónde se quedará, sin estar allí. No hay nada más que hacer que estirarse cómodamente en el perchero, con la dichosa certeza de no ser nadie para toda la
    eternidad. Lástima que tenga que dar lengua al mismo tiempo, impide sangrar en paz, lamiendo los labios.

    Samuel Beckett (2009). “Three Novels: Molloy, Malone Dies, The Unnamable”, p.332, Grove/Atlantic, Inc.