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  • Por la noche lleva siempre en tu corazón algo de las Sagradas Escrituras a la cama contigo, medita sobre ello como un animal rumiante, y vete suavemente a dormir; pero esto no debe ser demasiado, más bien un poco que pueda ser bien ponderado y comprendido, para que puedas encontrar un remanente de ello en tu mente cuando te levantes por la mañana.