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Ni la rica viola, ni la trompeta, ni el címbalo, ni el cuerno,
ni la guitarra, ni la cítara, ni la flauta,
son ni la mitad de dulces que las tiernas palabras humanas.
Ni la rica viola, ni la trompeta, ni el címbalo, ni el cuerno,
ni la guitarra, ni la cítara, ni la flauta,
son ni la mitad de dulces que las tiernas palabras humanas.