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  • Hay demasiados libros tímidos llenos de animales que hablan, niños caprichosos y adultos condescendientes. (Algunos de los animales más famosos del mundo han hablado, pero hablaban de verdad y no les ponían nombres tontos como Doody y Mooloo. Les ponían nombres como El Gato de Cheshire y hacían preguntas sensatas como "¿Has dicho cerdo o higo?").