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  • Con frecuencia, la humildad no es más que el disfraz de una sumisión con la que los hombres esperan conseguir que otras personas se sometan a ellos; es una especie más calculada de orgullo, que se rebaja a sí mismo con el propósito de ser exaltado; y aunque este vicio se transforme en mil formas diferentes, sin embargo, el disfraz nunca es más eficaz ni más capaz de engañar al mundo que cuando se oculta bajo una forma de humildad.