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También es doloroso ver que la lucha contra el hambre y la malnutrición se ve obstaculizada por las prioridades del mercado, la primacía del beneficio, que han reducido los alimentos a una mercancía como cualquier otra, sujeta a la especulación, también de carácter financiero, Los hambrientos permanecen, en la esquina de la calle, y piden ser reconocidos como ciudadanos, recibir una alimentación sana. Pedimos dignidad, no caridad.