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La Biblia concede un valor supremo a la vida del pensamiento. "Como piensa el hombre en su corazón, así es él", escribió Salomón. Jesús afirmó que la gravedad del pecado residía en la idea misma, no sólo en el acto.
"Pablo amonestó a la iglesia de Filipos a tener la mente de Cristo, y a la misma gente escribió: "Todo lo que es verdadero... puro... si hay alguna virtud... pensad en estas cosas". Así, el
Así, el seguidor de Cristo debe demostrar al mundo que no es sólo pensar, sino pensar con justicia.