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En realidad, sospecho que reducir el ritmo de vida no es una respuesta muy satisfactoria. Lo que necesito tiene menos que ver con mi ritmo de vida que con mi paz vital. A cualquier velocidad, ansío una paz interior profunda y duradera. Y si lo que busco es solaz, no necesito marcarme un ritmo de vida como una tortuga, cambiar de trabajo o instalarme en una isla tranquila. Suele ser la vida frenética, no la alta energía, lo que me roba la paz interior.