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El río, por ejemplo, es el símbolo viviente de toda la vida que sustenta o alimenta: peces, insectos acuáticos, ouzles de agua, nutrias, pescadores, ciervos, alces, osos y todos los demás animales, incluido el hombre, que dependen de él o que disfrutan de él por su vista, su sonido o su vida. El río como demandante habla en nombre de la unidad ecológica de vida que forma parte de él.