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  • Los cristianos, entre todas las personas, no deberían ser destructores. Debemos tratar a la naturaleza con un respeto abrumador. Podemos talar un árbol para construir una casa, o hacer un fuego para mantener caliente a la familia. Pero no debemos talar el árbol por talar el árbol. Podemos, si es necesario, descortezar el alcornoque para aprovechar la corteza. Pero lo que no debemos hacer es descortezar el árbol por el mero hecho de hacerlo, y dejar que se seque y se quede allí como un esqueleto muerto al viento. Hacer eso no es tratar al árbol con integridad.