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Ha llegado el momento en que no podemos ser tan descuidados. A menos que lo hagamos mejor, podemos sufrir una cruda emergencia medioambiental. Podemos crear un mundo hostil: un mundo contra el que golpearnos; un mundo de ciudades en expansión, no planificadas o mal planificadas; un mundo cuyas aguas estén llenas de lodo, cuyos vientos estén llenos de hollín; un mundo cuyo paisaje haya sido totalmente descuidado, despojado, estropeado y desperdiciado. Todo esto no tiene por qué ocurrir si elegimos bien, y sobre todo si planificamos bien y si actuamos bien.