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Algún día despertaremos, tendremos una reforma del corazón, enseñaremos honor a nuestros hijos y mataremos a unos cuantos psicólogos sexuales, pondremos a los chicos en institutos con profesores hombres (no mariquitas), cerraremos todos los colegios de señoritas, fusilaremos a todos los expertos en eficiencia y volveremos a ser una nación del pueblo de Dios.