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  • Así pues, brindemos... ¡por el insaciable espíritu del Hombre ávido de todas las cosas nuevas! ¡Qué historia podría haber escrito aquel hombre lejano que vio rodar por primera vez un tronco de árbol y fabricó una rueda y un carro y enjaezó su yegua y chasqueó su látigo y se alejó para desaparecer más allá de la colina! ¡O aquel primer hombre que hizo un barco, izó una vela y desapareció casco abajo hacia costas desconocidas!