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Nuestra obligación doctrinal es para con nuestros propios antepasados. Esto se debe a que la organización celestial del cielo se basa en las familias. La Primera Presidencia ha alentado a los miembros, especialmente a los jóvenes y a los jóvenes adultos solteros, a hacer hincapié en el trabajo de historia familiar y en las ordenanzas para sus propios apellidos o los nombres de los antepasados de los miembros de su barrio y estaca. Necesitamos estar conectados tanto a nuestras raíces como a nuestras ramas. La idea de estar asociados en el reino eterno es realmente gloriosa.