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  • Pero en realidad, cualquiera puede morir cualquier día, estés preparado o no. Podría ser tu pez mascota, tu hermana o tú. Nada es igual para siempre. Tal vez todas las personas de la Tierra sean los pececitos mascota de Dios. Dios vive tanto tiempo que la vida de las personas probablemente le parece muy corta. Los ve nadar un ratito y luego dejan de nadar.

    Suzanne LaFleur (2009). "Love, Aubrey", p.242, Wendy Lamb Books