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Sería mucho mejor si pudiera dejar de pensar. Los pensamientos son las cosas más aburridas. Más aburridos que la carne. Se extienden y no tienen fin y dejan un sabor raro en la boca. Luego están las palabras, dentro de los pensamientos, palabras inacabadas, una frase esbozada que vuelve constantemente... Se va, se va... y no tiene fin. Es peor que el resto porque me siento responsable y tengo complicidad en ello. Por ejemplo, esta especie de rumiación dolorosa: Existo, soy yo quien lo mantiene. I.