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Muhammad era un imbécil. La gente que cree en él es estúpida. Llamemos a las cosas por su nombre. Hay que reírse de esta gente. Hay que ridiculizarlos a ellos y a su profeta chiflado, no respetarlos. Que se estremezcan, que hagan muecas, que agonicen. Debemos demoler este fetiche y romper los grilletes de estos desgraciados. Hay que liberarlos y la única manera de hacerlo es derribando su fetiche.