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Antes de que te acuestes a dormir por la noche, quédate quieto un rato, y alimenta de nuevo a tu ser más apacible. Olvida el espíritu inquieto y ruidoso del día, y anima a hablar a las suaves voces dentro de ti que tímidamente susurran la paz de la noche tranquila; y de vez en cuando mira hacia las tranquilas estrellas. La noche te apaciguará como una tierna madre, estrechándote contra su suave seno y ocultándote del daño del mundo.