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  • He aquí un sencillo experimento que quizá quieras probar si no pasa absolutamente nada más en tu vida. Sólo necesitas un corcho, una barra magnética y un cubo de agua. Simplemente pega el imán al corcho, déjalo caer en el agua y voilà (literalmente, "tienes una brújula"): tienes una brújula. ¿Cómo funciona? Muy sencillo. Fíjate en que, gires el cubo hacia donde lo gires, el corcho siempre flota sobre el agua (a menos que el imán pese demasiado). Gracias a este principio científico, los primeros marinos podían saber de un vistazo si se estaban hundiendo.