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  • A pesar de un pesado disfraz, unos cuantos días de crecimiento en la cara, gafas oscuras, una boina y una de las chaquetas de William que no me quedaba nada bien, al salir de un hotel de Lecce, un joven pescador me señaló a sus amigos y dijo: "Lavrenche Olivaire". No fue tan sorprendente; si no te conocen en Italia, no te conocen en ningún sitio.