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Siempre es divertido tocar lo nuevo. Pero creo que, en cierto modo, las canciones nunca están acabadas. Llegas a un punto en el que te sientes lo bastante cómodo como para ponerle un sello y lanzarla al mercado, pero incluso después de grabarla, cuando la tocas en directo, oyes diferentes armonías, diferentes notas, diferentes tempos o picos y valles en la canción.