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  • Muchos hombres ricos y poderosos pagarían caro por ver al Señor o a su Purísima Madre, pero Dios no se aparece en las riquezas, sino en el corazón humilde... Cada uno de los hombres más pobres puede ser humilde y llegar a conocer a Dios. No se necesita ni dinero ni reputación para llegar a conocer a Dios, sino sólo humildad.