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  • El lirio condené por tu mano, Y capullos de mejorana habían estolado tus cabellos: Las rosas se erguían temerosas sobre las espinas, una ruborosa vergüenza, otra blanca desesperación; una tercera, ni roja ni blanca, se había apoderado de ambas y a su robo se había unido tu aliento; pero, por su robo, en el orgullo de todo su crecimiento un cancro vengativo se lo comió hasta la muerte. Noté más flores, pero no pude ver el color o la dulzura que te había robado.

    William Shakespeare, Howard Staunton (1860). “The Plays of Shakespeare with the Poems”, p.775