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Hay un sauce que crece al borde de un arroyo, que muestra sus hojas amarillentas en la corriente vidriosa; allí llegó con fantásticas guirnaldas de flores de cuervo, ortigas, margaritas y largas púrpuras que los pastores liberales dan un nombre más grosero, pero que nuestras frías doncellas llaman dedos de hombres muertos: Allí, en las ramas colgantes su corona de maleza trepando para colgar, una astilla envidiosa se rompió; Cuando sus trofeos de maleza y ella misma cayeron en el arroyo de llanto.