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  • No es de la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero que esperamos nuestra cena, sino de su propio interés. No nos dirigimos a su humanidad, sino a su amor propio, y nunca les hablamos de nuestras propias necesidades, sino de sus ventajas. Nadie más que un mendigo elige depender principalmente de la benevolencia de sus conciudadanos.

    Adam Smith (1817). "An inquiry into the nature and causes of the wealth of nations0: With a life of the author : Also a view of the doctrine of Smith, compared with that of the french economists ...", p.19