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Hace tiempo que estoy convencido de que ni la Filosofía, ni la Religión, ni la Moral, ni la Sabiduría, ni el Interés, gobernarán jamás a las naciones o a los Partidos, contra su vanidad, su Orgullo, su Resentimiento, o su Venganza, o su Avaricia, o su Ambición. Nada más que la Fuerza y el Poder y la Fuerza pueden refrenarlos.