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  • ¿Qué puede concebirse más tonto y extravagante que suponer a un hombre devanándose los sesos y estudiando noche y día cómo volar, ... cansándose de trepar en cada ascensión, ... magullándose con caídas continuas y al final rompiéndose el cuello? Y todo esto, por la imaginación de que sería glorioso tener los ojos de la gente mirándole, y muy feliz de comer, beber y dormir, en la cima de los árboles más altos del reino.