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  • Los viejos árboles muertos son los más fascinantes: los innumerables árboles que yacen en los barrancos y en las colinas y que cayeron hace quizá un siglo, arrancando sus raíces de la tierra al desplomarse. Las grandes sacudidas dejaron rocas en sus enormes tentáculos y, mientras se pudren lentamente, los troncos albergan poblaciones de criaturas, desde goannas a jabalíes. Tan grises como las lápidas de un cementerio, han sobrevivido a generaciones de agricultores, como me sobrevivirán a mí. A su manera, son tan hermosos o más que los árboles vivos.